Los pasados 15 y 16 de abril tuve el placer de asistir a las jornadas de Informática en la Escuela, celebradas en la Universidad Jaume I de Castelló y organizadas por el Seminario de Informática de la misma ciudad -mi ciudad-.
Si bien en un principio acudía por recomendación de mis profesores de la asignatura L20-Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación, Jordi Adell y Jaume Puig, acabé llevándome una gran sorpresa al descubrir lo altamente inspiradora e interesante que resultó la experiencia.
Reunirse con unas cuantas decenas de docentes experimentados y con compañeros y compañeras estudiantes de la diplomatura de Maestro y respirar ese aire tan cargado de energía, de ganas de trabajar, de grandes ideas, de nuevos proyectos, de miles de historias, no tiene precio. Es algo cuya magnitud yo no conocía y que vivía por primera vez. Y que, sin duda alguna, me encandiló.
Os contaré de qué fue la cosa.
Como primera pincelada diremos que las jornadas estaban destinadas, como su nombre indica, al uso de la informática en la escuela; al uso de las TIC en educación, en términos generales.
El viernes 15, escuchamos a Jordi Adell (llámese también “nuestro profe”) hablar de ello. Pero él fue más allá: “Tecnología sin pedagogía es cacharrería”, dijo. Y es una frase que me gustaría que recordarais.
Os hacéis una idea de por dónde fueron los tiros, ¿no? Por si acaso, os lo explico un poquito.
Jordi nos mostró su visión, sus impresiones, sus razonamientos, sobre el mundo de las TIC en la educación.
Partiendo de los cambios que está sufriendo el mundo actualmente (económicos, sociales, culturales…), definió al nuevo ciudadano, el prosumidor, una simbiosis entre productor y consumidor. El nuevo ciudadano escucha pero también tiene voz, tiene una alta participación, sabe que la sociedad es ahora una red, que la cultura se ha convertido en la cultura de la participación, que todos leemos pero también escribimos, es un ciudadano digital.
Se hace precisa, pues, una respuesta educativa para estos cambios: es necesario preparar a las nuevas generaciones que se van a integrar en un sistema diferente, el cual no conocemos en profundidad, pero para el cual vamos a prepararlas lo mejor posible. No les daremos las respuestas sino las herramientas necesarias para encontrarlas.
Y para ello haremos uso de las TIC, que están muy (pero que muy) bien, pero tienen un problema: corren el riesgo de ser mal-utilizadas. ¿Y qué quiere decir esto? Quiere decir que tienen un potencial que maravilla a todos pero que pueden caer en el saco de las herramientas educativas que acaban utilizándose sin sentido y finalidad algunos.
¿Cómo evitarlo? Muy fácil: evitar a toda costa que la tecnología en la escuela haga el papel de una simple sustituta de antiguas herramientas o de amplificadora de recursos. Su verdadero papel es el de transformadora, transformadora de la didáctica, transformadora de la pedagogía, transformadora de la visión de los conocimientos y transformadora de la escuela en general.
Y es que introducir las TIC en la escuela no implica innovación didáctica (a ver si ya de una nos lo aprendemos bien). Dicho cambio debería implicar, sin embargo, que los docentes formaran personas capaces de construir sus propios recursos, personas diferentes que van a vivir en un mundo diferente y que lo harán con éxito si aprenden las herramientas necesarias para aprender, sí, nuestro querido “aprender a aprender”.
No tenemos las respuestas de cómo será el mundo en el futuro, por tanto, debemos enseñar a aprender, mostrar las vías hacia esas respuestas que nosotros todavía desconocemos, pero que seguro ellos algún día descubrirán.
Los docentes crearán, gracias a las nuevas tecnologías, esos caminos hacia el aprendizaje, esas herramientas que serán la base para el resto de sus vidas. Y es muy importante, llegados a este punto, recalcar la importancia del hecho de que los maestros y maestras que se dejan la piel y ponen toda su ilusión y su alma en la creación de proyectos y actividades de gran valor educativo, pedagógico y, por supuesto, tecnológico, compartan sus creaciones e ideas a través de Internet. Es realmente maravilloso ver cómo se está creando una comunidad docente solidaria donde, con cada aportación, con un poquito de aquí y otro poquito de allá, se consiguen resultados asombrosos y altamente positivos.
En resumen, las palabras de Jordi me dejaron varias ideas clave en la mente: la primera es que la tecnología, acompañada de una buena pedagogía, puede convertirse (¿qué digo?, ¡ya lo hace, se convierte!) en una herramienta sumamente potente, capaz de revolucionar la educación y preparar a las generaciones futuras para ese mundo futuro; la segunda es que asistimos al cambio y pertenecemos a él y por ello, nosotros los docentes (yo, todavía en proceso) debemos participar activamente en la creación de recursos educativos para hacer que nuestros alumnos, las futuras generaciones, salgan airosos en las nuevas situaciones que se presentarán; y la tercera, y última, es que la educación es una tarea que debe centrarse en el futuro y preparar para él sin olvidar el pasado.
Bien, hasta aquí mis impresiones sobre el viernes tarde.
Siguiendo la misma línea, el sábado 16 por la mañanita (sí, sábado, ¡pero cuánto valió la pena!, no os hacéis una idea), Fernando García Páez, maestro del CEIP San Walabonso de Niebla (Huelva) expuso su visión sobre las TIC en educación y nos contó sus experiencias en el centro onubense.
Me quedo corta al decir que fue altamente inspirador. Fernando supo transmitirnos esas ganas de trabajar por y para los alumnos y alumnas, esa visión de futuro sin olvidar jamás la esencia de la cual partimos, el orgullo de un trabajo bien hecho y lleno de vida.
Fue tan emocionante que no sé por dónde empezar.
Tal vez dando a conocer los 5 elementos que, según Fernando, son necesarios para integrar las TIC de forma exitosa en las aulas. Se trata del hardware (el soporte material y físico, sumamente necesario, claro está), el software (toda la programación, obviamente indispensable), el tupperware (una pequeña fiambrera de las de toda la vida, con destornilladores y herramientas necesarias para arreglos técnicos, imprescindible), el mushware (las ideas, la creatividad, la imaginación… sin ellas, NADA sería posible) y, por último, el emotionware (el componente afectivo, los sentimientos, sin los cuales NADA tiene sentido).
Los tres últimos elementos poseen una característica muy especial, y es el componente humano, esa calidez sin la cual las tareas escolares no tienen sentido, no implican al alumno y, mucho menos, le hacen sentirse responsable de ellas. Diréis, ¿los tres últimos? El emotionware, vale, el mushware, también, pero… ¿el tupperware? Sí, el tupperware también. El tupperware significa para los alumnos una responsabilidad social. Son ellos los que se convierten en técnicos reales, son ellos los encargados de solucionar problemas con discos duros, conexiones de cables, etc. Imaginaos, pues, cómo se sienten, la ilusión y las ganas que tienen de ir al cole; ellos son los técnicos y ellos se sienten los únicos responsables del buen funcionamiento de todo el hardware de la escuela. Y todo gracias a una pequeña cajita de plástico (el tupper de toda la vida) llena de cachivaches. Impresionante.
Con esta pequeña introducción os podéis hacer una idea de cómo son las exposiciones de Fernando.
Continuamos. Y lo hacemos con el concepto de “generación digital”, una generación de niños con características diferentes que, añade, pagan las consecuencias de seguir siendo educados en escuelas del siglo XX, escuelas viejas que olvidan las necesidades del cambiante mundo en el que habitamos.
La clave, afirma, está en la implicación, la implicación de toda la comunidad educativa en el proceso de enseñanza-aprendizaje de los niños de esta generación.
Él mismo nos lo demuestra, mostrándonos la fórmula mágica del CEIP San Walabonso.
Y es que, en su cole, hay un índice de participación del 93% de los padres y madres de los alumnos en las elecciones al Consejo Escolar. Se trata de familias que han descubierto, gracias a la labor de los docentes del centro, que su implicación en el mismo es esencial para que la educación de sus hijos e hijas sea óptima.
A través de actividades dinámicas consiguen que tanto alumnos como padres, personal docente como no docente, que el pueblo de Niebla al completo sienta que forma parte de ese gran proceso que es el educativo. Y es este ambiente el que guarda la clave del éxito, el componente humano que antes os comentaba.
¿Y las TIC? Ahora vamos a ellas. Pero antes que nada, una aclaración, la tecnología se utiliza, por supuesto, pero los protagonistas son los niños.
Un pasatiempo tan simple como un karaoke se convierte en toda una señora actividad con un gran objetivo pedagógico: la fluidez lectora (y no nombro todos los del área de expresión musical). Es tan genial. A mí no sé si se me habría ocurrido…
Me parece realmente digno de aplaudir que, además, los maestros y maestras sean los que promuevan esa dinámica. Porque, queridos señores y señoras, en ese centro no disponen de una sala de usos múltiples. Todo, y repito, TODO lo relacionado con la tecnología se desarrolla en el espacio que, en un principio, está destinado a ser una simple sala de profesores. Pero ellos prefieren instalar un cañón y proyectar aunque sea en la pared, instalar los ordenadores en las mesas que otros más egoístas utilizarían exclusivamente para su papeles y su café y dejar entrar a los alumnos en un espacio en el que, en la gran mayoría de centros de este país, tienen vedado el acceso.
Y el karaoke es sólo una más de una larga lista de actividades que realmente merece la pena probar. Desde blogs de todos los alumnos (con la excusa de que muestren al mundo lo que les gusta, escriben y se sienten importantes) hasta audiolibros (con la excusa de hacer llegar grandes obras de la literatura universal a todo el mundo, leen (¡y entonan a la perfección!)), pasando por vídeotutoriales (con la excusa de ayudar a otros a resolver problemas técnicos, aprenden a expresarse y a comunicar, incluso a dramatizar), por el blog de la meteorología (convertido en todo un servicio a la sociedad), por los proyectos “Cuéntame un cuento” (con la excusa de hacer un vídeo del cuento para la página web, lo crean, lo ilustran y lo leen a los alumnos de Ed. Infantil) o “Tengo una pregunta para mi abuelo” (con la excusa de grabarlo, se implica la Comunidad Educativa y se implican los sentimientos, principal motor del aprendizaje)… La lista es extensa.
Con la excusa de… (siempre algo que ver con las TIC) los docentes consiguen que los niños y niñas vivan y sean protagonistas y responsables de experiencias realmente significativas para ellos. “No es motivación, es ilusión”, decía Fernando.
El colegio ya no tiene paredes. El colegio está abierto al mundo, y ahí es donde se produce ese riquísimo intercambio, el flujo sociedad-colegio es imparable.
Las tareas parecen sencillas aunque no lo sean, ya que hay mucho trabajo de profesionales detrás. Pero es esa sencillez la que atrae a los niños, la que lleva consigo la consecución de grandes objetivos, el logro de grandes resultados. Esa sencillez que sólo se consigue con el nombrado y preciado emotionware.
Quedé tan maravillada con las palabras de Jordi y de Fernando (y no es peloteo, ¡lo prometo!), con el ambiente de las jornadas en general, que ahora me encuentro con muchísimas ganas de trabajar, inspirada y con muchos proyectos en mente. Y, sobre todo, ilusionada para seguir estudiando y construyendo poco a poco mi futuro como maestra.
